Primer paso: la quietud
¿Por qué es tan importante?
La quietud es clave para escuchar nuestra voz interior, ésa que nos "susurra" constantemente cual es el mejor camino a seguir y que normalmente no escuchamos o confundimos entre todo el ruido de nuestra mente. Por supuesto si no tenemos esa quietud interior la vida nos comunicará igualmente sus lecciones, pero no lo hará tan "delicadamente" como cuando escuchamos concientemente, si la ignoramos nuestra voz interior tendrá que gritar y su indicaciones serán menos sutiles.
Obstáculos
Si recientemente has sufrido una pérdida, sientes dolor o confusión, tu mente estará creando ruido para evitar que experimentes plenamente esas emociones que considera negativas e indeseables, pero ésa es precisamente la clave aquí, experimentar ese dolor, ese miedo, la ira, la tristeza o la angustia... en la quietud. No se trata de hacer nada, solo de sentir lo que sientes, sin juzgar, sin rechazarlo, en silencio e inmóvil durante unos minutos, observar concientemente cómo la emoción sigue su curso, cómo crece en tu interior, estalla y finalmente se diluye.
¿Cómo conseguirlo?
Afortunadamente la quietud no es algo que solo los maestros de la meditación pueden alcanzar. Comienza con un ejercicio físico concreto y simple: sentarse o tumbarse, quedarse quieto y respirar. Por difícil de creer que pueda ser, algo tan simple (pero no siempre fácil) como respirar es un punto crucial para conseguir la paz interior y para caminar por la vida con paso seguro; los patrones de respiración cambian el estado de nuestro cerebro y nos permiten crear la calma necesaria para sobrevivir a situaciones difíciles.
Intenta lo siguiente: siéntate con la espina dorsal lo más recta posible, e imagina que estás suspendido desde arriba por un hilo de luz brillante que sale de lo más alto de tu cabeza. Luego imagina que por ese hilo va bajando una luz que se desliza a lo largo de tu columna. Mantén la espalda recta y alineada con el cuello para que la luz encuentre su camino por el interior de la espina dorsal. Después respira tan profundamente que el torso se expanda hacia fuera, llena tus pulmones de aire pero respira también con el abdomen. Exhala y vacíate por completo de aire, y luego deja que tu cuerpo decida cómo seguir respirando. Observa este proceso y date cuenta de que no tienes que encontrar la forma de respirar, tu cuerpo sabe perfectamente cual es el mejor patrón para oxigenarse adecuadamente.
Repite esto siete u ocho veces mientras observas lo que llega a tu mente, no trates de pararlo, de manejarlo o juzgarlo. Verás que tu mente piensa en cómo respiran tus pulmones; cuando esto ocurra, has conseguido distanciarte del cuerpo y de la mente, y te encontratrás en el centro de la conciencia, el lugar de quietud donde tu voz interior te susurra.
Segundo paso: la Verdad
¿Qué significa "saber la verdad"?
No hace falta que tengas una epifanía filosófica, simplemente que sepas conscientemente qué te está pasando, qué ocurre dentro y fuera de ti: tus circunstancias, tus sentimientos y pensamientos en este monento de tu vida.
Normalmente ocultamos (a los demás y a nosotros mismos) aspectos de la verdad que nos negamos a afrontar. Encontrar concientemente esas verdades es una clave para el cambio positivo; realmente la verdad nos hace libres en tanto que libera esa resistencia al cambio que nos mantiene estancados en el miedo a afrontar ciertas realidades (piensa que el primer paso para la recuperación de un alcohólico es afrontar concientemente -y decir en alto- que lo es) En el momento en que encontramos y miramos de frente a "nuestra verdad", los cambios positivos comienzan. No tienes que empezar con grandes revelaciones, puede ser tan simple como reconocer que algo no te gusta o que te has equivocado en algo que te cuesta admitir.
Obstáculos
Lo hacemos cada día, decimos "estoy bien" cuando en realidad estamos enfadados, o dolidos, o cansados; fingimos estar cómodos en una situación que nos desgrada para limar asperezas en nuestras interacciones; ignoramos un comportamiento de alguien que nos importa por mantener viva la esperanza de que cambiará, o elegimos no ver la verdad que haría cambiar nuestras vidas porque es más cómodo y menos atemorizador quedarnos como estamos, por dolorosa o incómoda que sea nuestra situación ("más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer", que dirían algunos) Sin embargo abrir los ojos a la verdad es la forma de vencer nuestros miedos y de sanar las heridas de nuestra vida. La questión es, ¿cómo hacerlo?
¿Cómo saber la Verdad?
Una vez has conseguido tu espacio de quietud, coje papel y bolígrafo y trata de terminar estas frases:
1. Lo que realmente no quiero saber es que...
2. Estoy evitando ver el hecho de que...
3. La verdad fundamental de mi vida es...
4. Estoy intentando no pensar en...
Puede que solo te sujan ideas ligeras sobre aspectos sin gran importancia, pero también puede que grandes miedos, intensa ira o sentimientos profundos emerjan; en ese caso no trates de paralos o manejarlos, deja que surjan y obsérvalos desde la quietud, hasta que lentamente se diluyan. Recuerda que no tienes que hacer nada, tan solo ver la verdad con ojos sinceros.
Paso tres: los deseos del alma
¿Por qué son tan importantes?
A veces vamos por la vida esperando que los demás adivinen nuestros deseos y nos los ofrezcan en bandeja, pero los demás no pueden leer nuestra mente y, aunque pudieran, no conseguirían (ni tendrían por qué) cumplir todos nuestros deseos, especialmente si ni siquiera nosotros tenemos claro cuáles son esos deseos. Muchas veces tenemos una vaga sensación de querer algo, un anhelo impreciso o la intuición de que nos falta algo para ser felices o sentirnos completos.
Esto es una indicación de que es el momento de aclararnos con nuestra alma y descubrir qué es lo que ésta desea. En la mayor parte de los casos ya lo sabemos, solo tenemos que reconocerlo concientemente, y eso se consigue dejando de escuchar constantemente a nuestra mente.
Obstáculos
El mayor obstáculo que nos impide descubrir los deseos del alma es la mente. La mente está condicionada por patrones de cultura, por todo lo que nos han enseñado a creer, por los juicios y prejuicios que hemos ido acumulando a lo largo de la vida, y eso por no mencionar los miedos que empañan nuestra percepción interior y exterior. La mente nos dice lo que creemos que queremos y necesitamos según todos esas influencias adquiridas, el alma "sabe" lo que realmente queremos y necesitamos desde nuestra esencia.
Mientras que la mente formula sus deseos de cosas externas, el alma conoce las necesidades de nuestro ser, los anhelos profundos (imagina una mente que desea ganar la lotería como traducción del anhelo de liberarse de preocupaciones materiales que siente el alma, o un alma que desea sentir la conexión con todo ser y una mente que interpreta ese deseo como la necesidad de encontrar la pareja perfecta) Normalmente la mente nos muestra un eco vago del deseo del alma, y para llegar a distinguir uno del otro necesitamos la quietud y la verdad de que hablábamos en los pasos anteriores.
Así que respira profundamente y disponte a escarvar en la verdad para encontrar lo que tu alma realmente desea. Puede que el siguiente método te ayude:
Coge papel y anota: "Cosas que quiero". Bajo este epígrafe haz una lista de tantas cosas como puedas desear (un coche nuevo, un trabajo mejor, adelgazar, irte a vivir a otro país... lo que sea) Después da la vuelta a la página, escribe: "Cosas que anhelo" y empieza a apuntar. Seguramente en esta lista aparecerán cosas que no estaban en la lista anterior, la que elaboró tu mente (si querías una casa seguramente anhelabas seguridad, si querías belleza probablemente anhelabas autoaceptación...)
Una vez tengas la lista de los anhelos de tu alma, no pienses en cómo conseguir todo eso (probablemente tus métodos fallarían de todas formas, porque comprarte una casa no va a darte automáticamente la seguridad que buscas, por mencionar un ejemplo), despreocúpate y deja que el universo se encargue. Cuanto más te despreocupes antes ocurrirá... y créelo, ocurrirá.
Paso cuatro: la confianza
¿Por qué es tan importante?
Despreocuparte es la forma natural de confiar en el Universo (o Dios o la Fuente o como prefieras llamarlo) y en que los deseos de tu alma serán escuchados y concedidos una vez los has formulado concientemente. Este es uno de los procesos más poderosos y mágicos que es capaz de llevar a cabo el ser humano, y forma parte de la sabiduría ancestral; en estos tiempos en que la mente nos "guía" por caminos de confusión, desconfianza y miedo, la confianza en el Universo es aún más importante para encontrar nuestro verdadero camino, el que el alma nos indica con sus deseos.
Obstáculos
A veces la vida nos ofrece regalos que no aceptamos porque la mente desconfía y no cree que algo bueno se nos pueda dar de forma gratuita. Las experiencias y convicciones adquiridas por la mente nos han enseñado a desconfiar y nos impiden muchas veces disfrugar de los regalos de un universo generoso. Asumimos sin rechistar que la vida es dolorosa e injusta, y esperamos que nos volverá a jugar una mala pasada, como ya nos ocurrió en aquella ocasión, o como le pasó a este o aquel conocido... pero éste es un proceso mental que debemos detener, y lo haremos aprendiendo a confiar.
¿Cómo confiar?
La imposibilidad de abrirnos a la esperanza nos bloquea, y ese bloqueo es la causa de muchos sueños rotos. Abrete de nuevo a la esperanza y confía en que el universo te concederá los deseos que alberga tu alma. Puedes empezar con algo sencillo a modo de experimento; identifica un deseo del corazón, algo sencillo pero que realmente surja de tu centro (como el deseo de oler a flores o de escuchar música), luego elije confiar en que te será concedido y mantente abierto a cualquier forma que el universo quiera usar para concedértelo, no pienses siquiera en qué forma podría ser ni busques el resultado, simplemente confía y despreocúpate. Tu confianza será recompensada.
Un ejercicio final: haz una lista de los deseos del alma que se te han concedido en el pasado. Luego toma cada uno de ellos y piensa en qué levó a que se cumplieran (un golpe de suerte, una "casualidad", un inesperado benefactor, una repentina inspiración que te ayudó a desencadenar todo el proceso...) Te darás cuenta de que el Universo ya te ha estado ayudando de distintas formas. Confía en que lo seguirá haciendo.
Si quieres saber más sobre Martha Beck, en cuyo artículo se ha basado este texto, haz clic aquí.