Te propongo un ejercicio: piensa en el día de ayer y trata de recordar los pensamientos que cruzaron por tu mente a lo largo de toda la jornada. ¿Te resulta difícil?, ¿son demasiados, demasiado variados, demasiado peregrinos como para retenerlos y recordarlos todos? Exacto.
Pasamos nuestra vida pensando miles de cosas cada día, haciendo malabarismos con las ideas que generamos, con los pensamientos que llegan a nuestra mente, con los recuerdos que acuden a nosotros y los planes que hacemos y deshacemos constantemente, y todo este tráfico mental se convierte en un ruido ininterrumpido que nos agota y nos impide muchas veces disfrutar de unos momentos de paz.
El ruido externo es el equivalente al ruido interno del pensamiento, así como el silencio externo se equipara a la quietud interior. Para ilustrar este punto te propongo otro ejercicio: imagina que estás en la calle, en una muy concurrida, oyes el tráfico, el claxon y el chirriar de los frenos de los coches, el parloteo de la gente que viene y va, el taladro y los martillazos de los trabajadores en la obra cercana, la sirena de una ambulancia que pasa a toda velocidad. Déjate impregnar por todos estos ruidos, insértate mentalmente en este escenario caótico y experiméntalo de la forma más vívida posible.
Ahora imagina que te encuentras en medio de un bosque, te sientas en el suelo alfombrado de hojas verdes y escuchas los sonidos del entorno; un rozar apenas perceptible de las hojas de los árboles movidas por un suave viento, el trino de un pájaro, una fina rama que se quiebra, el rumor del agua que corre en un arroyo lejano. No oyes voces ni aparatos ni estridencias, solo la apacible presencia de la Naturaleza. Experimenta este escenario lo más vívidamente posible y déjate envolver por la paz que se respira en él.
Si comparas lo que has sentido en ambos supuestos conocerás la diferencia entre el silencio interior y el ruido del pensamiento, pues lo que transmiten las condiciones de los escenarios externos se equipara a la vivencia interior en ambos casos.
La quietud interior no es tan solo un estado deseable para estar en paz, que te sirve para relajarte y tener cierto grado de tranquilidad, es lo que te permite estar en contacto contigo mismo. Si te falta quietud no puedes conectar con tu ser interior, te hallarás a merced de la mente y te sentirás perdido en el ruido del mundo, conectarás tan solo con la mente y su parloteo, pero no con tu verdadera esencia.
Ahora que ya sabes lo importante que es para el Ser encontrar la quietud interior, te propongo varios ejercicios que te pueden ayudar a conseguirla y, por tanto, a mantenerte conectado con tu esencia.
1. Observa la Naturaleza sin pensar, solo mira, no juzgues, no analices, no pienses. Observa. El árbol, la flor, la brizna de hierba no tienen problemas que resolver ni recuerdan ni proyectan, solo están ahí, siendo un árbol, una flor o una brizna de hierba, vivos y presentes, son seres que existen en la quietud y al observarlos conectas con ellos, al hacerlo conectas con su quietud y accedes a la tuya propia, con lo cual conectas con tu propia esencia.
2. No necesitas ir muy lejos ni a un sitio especial para conseguir quietud, ni siquiera necesitas encontrar un lugar silencioso; el ruido puede ser tan útil como el silencio para conectar con tu interior, solo tienes que dejarlo ser, aceptarlo tal y como es; si lo rechazas sufrirás y no tendrás paz, si lo aceptas permitirás que el mundo sea como es, no dejarás que tu mente luche, no obstaculizarás el flujo de energía bloqueándolo con tu resistencia, y estarás en paz, sereno. Como ves, cualquier lugar es bueno para conectar con tu silencio interno.
3. Pon atención a las pausas, pues en ellas no hay pensamiento y se encuentra por tanto la quietud; pausas entre palabras, entre aspiración y expiración, entre pensamientos. Atiende a estos espacios de silencio para concienciarte de la quietud y acceder a ella.
4. Observa, escucha, siente… sin pensar. Deja que la mente descanse por un momento, permítete ser en este instante, simplemente deja que todo sea como es, no intentes cambiarlo ni luches contra él (ya lo hará tu mente en cuanto vuelva a la acción, volverá a intentar solucionar un mundo que no funciona, a decirte lo que está mal y lo que debería ser, a sufrir las injusticias y a darle vueltas a todo). De momento, en este instante, solo observa sin pensar, escucha sin juzgar, siente sin analizar. Solo sé.
Cualquier momento y lugar son buenos para conectar con tu interior por medio de alguno de estos ejercicios y acceder a la quietud interior; puedes hacerlo varias veces al día o una sola vez, por medio de largos periodos de meditación o a breves instantes para darte un respiro y volver a tu centro cuando sientes que te falta paz, equilibrio, serenidad. Recuerda: conectar con tu esencia a través de la quietud en lugar de dejar que la mente te agote con su parloteo incesante… es tu elección.
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